Todo comenzó cuando tenía apenas 8 años, justo después del divorcio de mis padres. Las intolerancias y los problemas digestivos hicieron su aparición (¿casualidad? Tú y yo sabemos que no).
La cosa se agravó en mis treinta y tantos, justo tras la muerte de mi padre (¿otra casualidad?). Empecé a sentir un cansancio constante, y caía una y otra vez en infecciones intestinales: bacterias, hongos, parásitos… Me recuperaba y, al poco tiempo, otra vez mal.
Y yo sufría una retahíla de síntomas: inflamación estomacal, diarrea y estreñimiento alternados, pesadez mental, dolores musculares, cada vez más intolerancias alimentarias… Todo eso me drenaba la energía vital.
Al final de la treintena, solo tenía fuerzas para trabajar (¡menos mal que mi trabajo me llenaba!). La energía del propósito me sostenía para atender sesiones de coaching individuales, pero no tenía fuerzas para crear ni sostener grupos.
Después de cada jornada laboral, necesitaba acostarme para recuperar la poca energía que tenía. Los fines de semana eran solo para descansar, y terminé abandonando uno de mis grandes amores: la escalada deportiva.
Esa pregunta retumbó en mi cabeza durante años.
Y esa misma pregunta fue la que me empujó a buscar sin rendirme.
Probé muchas terapias y tratamientos: medicina tradicional china, ayurveda, naturopatía, acupuntura, método Yuen, flores de Bach y australianas, terapia biomagnética, los clásicos antibióticos y probióticos de la medicina convencional…
De cada terapia obtuve algo. Pero mis síntomas volvían. Y los años seguían pasando.
En el silencio de mi rincón de meditación.
Allí, con mis oráculos y el péndulo, me animé a preguntar directamente a la sabiduría de mi cuerpo y a mis Guías Espirituales:
¿Qué necesito aprender? ¿Cómo abordar esto?
Las respuestas no llegaron de inmediato ni como por arte de magia.
Fue un proceso. Especialmente desde 2020, cuando comencé un trabajo profundo, interno y externo.
Una especialista en medicina integrativa me pidió un estudio de la microbiota, y aunque el tratamiento ayudó, siempre recaía.
Entonces sugirió un estudio de metales pesados…
¡Tachán! Ahí estaba la clave (una de ellas): intoxicación grave de mercurio (y otros metales que ni recuerdo).
El tratamiento de “quelación de metales” era privado y costoso. No podía pagarlo. Y entonces… la vida volvió a ayudarme. Un buen amigo me regaló ese tratamiento.
Me curé de la intoxicación. ¡Y el cansancio crónico se fue!
Sin embargo, esa clave no era la única. Pues luego vino otra recaída de SIBO (sobrecrecimiento bacteriano intestinal).
💫 Esta es la magia que tú también puedes activar en tu camino.
Si la salud es uno de tus grandes desafíos, quiero decirte algo que he aprendido de corazón:
Y ese amor nace de rendirse a la GUÍA DIVINA.
De abrir la mente, mantener la esperanza viva y caminar el camino con fe.
Hubo un momento en el que dejé de preguntarme “¿por qué a mí?” y comencé a preguntarme:
Y así fui encontrando sentido. Aprendí a amarme más, a ser humilde y poderosa a la vez. A poner límites sanos. A expresar lo que siento. A sostenerme con resiliencia.
Este proceso ha durado casi 20 años.
Y en ese tiempo, llegaron a mí muchas personas buscando guía en su proceso de salud. Mujeres con desafíos profundos, incluso cáncer.
Las acompañé a descubrir los aspectos emocionales y mentales ocultos, y a dar pasos hacia nuevos hábitos de vida física, emocional y espiritual.
🌸 Y mi deseo ahora es poder ayudar a otras mujeres a que sean sus propias gurús de la salud.
Imagina lo que 11 meses de guía, práctica energética y autoliderazgo pueden hacer por todas las áreas de tu vida, no sólo por tu salud.
Eso es Guía Corazón:
🎯 Da el salto definitivo: entra ahora a GUÍA CORAZÓN asegurando tu plaza y conviértete en la creadora consciente de tu realidad.
GUÍA CORAZÓN es un camino espiritual para mujeres que desean sanar y elevarse desde dentro.
Con amor y luz,
África 💜✨